Cultura Goliciana I

Un grupo de fieles acólitos del Loado Pupo, me increpó, acusándome de dejar la tarea misionera desatendida. Por lo tanto, hemos decidido reeditar el trabajo de los grandes pensadores. Hoy le toca el turno al Embajador Sarek:

Nuevamente, desde el Departamento de Cultura Goliciana me dirijo a todos vosotros, hijos de la luz y el sol, para dar explicación real y fidedigna de las vicisitudes primordiales de las oscuras adyacencias del saber y la peligrosidad que implica el no poseerlo. En su correo, Caburé, el rosarigaklingon, dio muestras de su increíble poder de observación, al descubrir dos palabras golicianas que se han deslizado en mi anterior comunicación, las cuales deberé explicar sin más dilación.

En la edad del sobre cerrado, en la quincuagésima tercera centuria del sable, la gente estaba por doquier en los planetas del Sistema Goliciano, con un miedo terrible por la desolación causada por los desmanes de algunos inadaptados de la sociedad. Todo se hacía rápido y sin consideración hacia los congéneres. El pánico cundía por las calles, llevando a la vez el deseo irrefrenable de irse del lugar de hábitat normal, hacia otro más tranquilo y desprovisto de ese sentido de inseguridad que tanto azotaba a los Golicianos.

Por ese entonces, el Gran Sabio Traicímbolo Sintemor, Gran Sabio conocido principalmente por su libro "La Quinta Esencia de Vainilla y sus propiedades", en el cual se detalla con gran descripción la forma exacta de sacar del horno un bizcochuelo recién horneado, realizó el fenómeno lingüístico de la época.

En una reunión de todas las fuerzas del orden, Traicímbolo estaba presente, pero solo para observar la conducta de los reunidos, con el fin de llevar alguna luz de esperanza, en el caso que sea necesaria.

Tanto se hablaba del desplazamiento de las masas, la comida descompuesta, las muertes, y tanto tiempo se perdía en estas idas y venidas, que tomó la decisión de levantarse y dirigirse directamente al Centro Contextual de Lenguaje y la Consonación Idiomática Goliciano.

Arribado que hubo a este Centro, habló con su director, el Profesor Santando Loescribií, para ofrecer su idea respecto de las cosas que estaban pasando, las mudanzas en masa y los alimentos descompuestos.

Sus ideas fueron escuchadas en reuniones de los grandes escribas y se decidió en conjunto, la inserción de una nueva regla gramatical: "Dada la idea del Gran Sabio Traicímbolo Sintemor, respecto a los acontecimientos ocurridos en estos últimos tiempos, con el fin de merecer el ahorro susodicho de las palabras utilizadas en las épocas consonantes con los acontecimientos de conocimiento general y coronel, se ha decidido que a partir de este instante, se haga la conjunción inmediata de la tres palabras murió, mudó y pudrió en la palabra 'mudrió', la cual llevará el significado real de las tres en solo una, a los efectos de poder prescindir de tanta diversidad idiomática con el objetivo primordial de habla con la propiedad circunspecta y permisiva en los confines neutros dentro de los límites antepuestos en los incordios normales de lo explicado en anterior circunstancia.
Archívese y guárdese bien guardado, en donde ya se sabe".

Esta regla fue inscripta en los viejos manifiestos de la época bajo el nombre de "se pudriómudómurió todo" en la edición sumaria del quinto estado final del manuscrito adyacente.

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