Lo primero que hace es buscarla entre la multitud.
Y ella está. Sus miradas se cruzan pero no pasan de ahí. Tomás es muy tímido y jamás se le ocurría avanzar. Se limita a contemplarla. A admirar (y fantasear con) sus senos, su trasero, sus ojos.
Hoy Tomás llegó como siempre a las 8:25 a la estación Malabia.
Lo primero que hizo fue buscarla entre la multitud.
Pero ella no estaba ahí. Desesperado, la busca de punta a punta.
Venciendo su terrible inhibición le preguntó al diariero, pero el viejo se limitó a alzar los hombros.
Llegó el tren, se subió descorazonado. Dos estaciones más allá la vió, en Medrano. Están cambiando los carteles publicitarios de lugar.
11 comentarios:
True story jajaja
Y si, chicas, hay gente que se enamora de un cartel, un maniquí, una muñeca inflable, un príncipe azul...
jajaja te pasaste Mostro, yo pensé que te habías puesto romántico... ufa cheeeee, que desilusión!
Un besote
pobrecito Tomas,la yegua le va a partir el corazon!
Lindo cuento MOSTRO!
Evangelina, soy un romántico incurable.... andáaaaa
Flor, no es cuento! Eso es lo peor!
La cara del empleado del registro civil cuando se presentó con el cartel...
jajajaja mostrosamente romantico!!!! casi casi me la creo!
y eso no es nada, yo me enamore de un avatar! jajajajaja
si habremos idiotas en este mundo eh!
noooooo jaja!
No, je.
K-ti-K, no diga eso, hay cada avatar que diosemio...
Yo también me quedaba tildada en el subte con una publicidad(no me acuerdo el nombre del quia de la foto),pero me quedó grabado en la mente que la marca era EYELIT! Juaaaaaaaaaa!
ZARPADA,yo? jajajajajaja
BESAZOOOOOOOOOOOO
Gabu ¿recordás la cara o solo el tobul? :)
Besotes.
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