A lo que el sabio respondió "Si, honorable príncipe."
"¿Y que cosa puede ser peor?", replicó Ping-pong.
"Viajar en el subte de Shangai, en el horario pico, junto a un hombre que ha comido 2 platos de guiso de mondongo la noche anterior.", afirmó el sabio y venerable Jug-tang
Esta respuesta desconcertó a Ping-pong, ya que no conocía el subte ni el mondongo. Creyéndose víctima de una broma, Ping-pong mandó cortar la chota al sabio Jug-tang.
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8 comentarios:
No olvide que los chinos creen en el eterno retorno, compañero. La chota de Jug-tang-naranja reencarnó en cantimplora y aleteó feliz en un plop-plop-plop en un cabarute de la Ciudad Oculta. Hoy todo Mataderos habla de ella.
jajajaja, te imaginás un subte en Hong Kong?
Un beso Mos!
Los sabios no comen.
¿Se imagina compañero una chota cual cerebro mágico, contestando sobre los misterios del orbe?
Yo me quejo cada día, no quiero pensar ponjalandia o china...
por algo tienen pitos chicos los asiaticos
¿Vos crees Isil?
Y con el castigo a jug-tang se inventó el "arrolladito primavera" de carne...
MOSTRO,Usted no tiene cura ni paz con estas ocurrencias!
Juazzzzzzzzzzzzzzzzzzz!!!;)
MIL BESAZOS!
Nunca más pediré arrolladitos...
¿Cura? No, yo soy ateo.
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