En cualquier circunstancia, dar la espalda a un anciano es una descortesía. Sin embargo, una jovencita desnuda que enseña sus nalgas a un viejo vagabundo puede estar segura de no ser reprendida.No abuse de los títulos honoríficos cuando hable con su protector. “Excelencia, Monseñor, señor Vicepresidente del Senado” son expresiones que más vale dejar de lado. Por el contrario, no tema llamarlo “¡Cerdo!, ¡Cochinito!, ¡Grandísimo bribonzuelo!” Estos insultos dichos con una sonrisa serán siempre bien recibidos.
Encerrada con un anciano, no se desnude deprisa. Déjele buscar bajo su falda y deslizar sus venerables dedos hasta la parte de su cuerpo que le interese más.
Si los reveses de la fortuna obligan a sus padres a prostituirla antes de la edad legal, muéstrese digna de la confianza que han puesto en usted y pruébeles que no se equivocaron al jactarse de sus jóvenes talentos.
Si su anciano amante muriera, abotone su pantalón otra vez antes de llamar a la criada y nunca diga en qué circunstancias entregó su alma a Dios.




