Sueño profético

El muy cruel, extravagante y licencioso emperador Yangdi se despertó bañado en sudor.

Había tenido una extraña y tétrica pesadilla.

Echó de su lecho a las gráciles y sensuales concubinas que lo acompañaban y ordenó que mandarán traer a su presencia a su consejero más sagaz, el general Li Shimin.

-¡Salgan todos! ¡Quiero estar a solas con Li Shimin! ¡Ya!

La numerosa corte, compuesta por adulones, nobles y eunucos se retiró rápidamente, mientras realizaban profundas reverencias.  Incluso los fornidos guardias manchúes salieron de la habitación; no era prudente desafiar los perentorios deseos del Emperador.

-Buenos días, alteza celestial, que los dragones te den larga y próspera vida. Refiéreme tu sueño, si ese es tu deseo y haré el humilde esfuerzo de interpretarlo sabiamente.

-Soñé que estaba en esta misma cama, solo.  De improviso, toda la alcoba comenzó a inundarse, pero no era agua lo que fluía, sino jugo de naranja. Trataba de nadar y aferrarme a los cortinados, hasta que finalmente, moría ahogado. En ese momento me desperté. ¿Cuál es el significado, mi fiel Li Shimin?

-Es muy sencillo, majestad. Has soñado con tu propia muerte y el fin de tu dinastía. Y diciendo esto, se acercó ágilmente Li Shimin a Yangdi y hundió en su pecho una fina daga de Hulao.

Así, la Dinastía Sui fue reemplazada por la Dinastía Tang. Y Li Shimin se convertiría en el Emperador T'ai-tsung.