Volplas
"La niña patinó torpemente entre las hileras de jaulas desde las cuales los mutantes con piel parda y piel azul –demasiada y demasiado poca piel, brazos enormemente largos y ridículamente cortos–, la miraron con rostros simiescos, caninos o roedores. Los volplas no eran monstruos agostados por el control de las radiaciones. Eran preciosas y perfectas criaturas.
Cuando regresé al laboratorio, ya estaban dando vueltas sobre el colchón y el macho intentaba ponerse en pie. Era, con escasa diferencia, el más grande y tenía sesenta y cinco centímetros de alto.
Exceptuando el rostro, el pecho y el vientre, estaban cubiertos por un vello suave y casi dorado. Donde no existía ese dorado pelaje, la piel era rosada. Sobre sus cabezas, y a lo largo de los hombros del macho, se hallaba un mechón de piel tan suave como la de la chinchilla. Los rostros eran manifiestamente humanoides, aunque los ojos eran grandes y nocturnales. La proporción entre el cráneo y el cuerpo era similar a la humana."
Volpla, Wyman Guin
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